Hace unas semanas fui a ver la
película “En Solitario” de Christophe Offenstein con unos amigos. Una salida sólo
de chicos, todos unos “frikis” de la vela y con ganas de disfrutar de dos horas
de una película náutica. Íbamos con ganas pero sin grandes expectativas. Hacer
una película sobre la Vendée Globe (vendeeglobe.org) no es tarea fácil. La idea
era ver como el director enlazaba lo que podía ser una película de aventuras y
sobre la navegación en solitario con un argumento que convenciera. No debe de
ser fácil hacer una película sin caer en el documental. Al final, salvando las
diferencias, la película en sí no está tan mal. Se ve cómo funciona una regata
de este tipo, la organización, la comunicación con el equipo de tierra, la
“tranquilidad” de saber que el barco va a responder, la estrategia, etc. Para
hacerla un poco más interesante, te plantan a un chico magrebí que se cuela en
el barco en el desesperado intento de llegar a Francia. Lo que el muchacho no
sabe es que si vas en un IMOCA (imoca.org), haciendo la Vendée y ya estás en
Canarias (que es donde el polizonte se cuela), Francia está en dirección
contraria. He aquí el argumento de la película.
Al salir de la sala de cine,
mientras mis compañeros se planteaban y discutían sobre lo buena o mala que les
había parecido la película (en su mayoría coincidían en que no es de las más
buenas) yo salí con una sensación un poco agridulce. Por una parte, acababa de
ver una película que más o menos entretiene pero que en el fondo, va un poco
más allá. Trata de una historia muy común para los franceses. El anhelo de
tantos y tantos inmigrantes que desde el Magreb intentan entrar en territorio
comunitario con el supuesto de tener una vida mejor. Al final de lo que se
trata es de hacernos entender a todos y todas, que la inmigración es capaz de
dar la vuelta al mundo, para poder entrar en occidente. Es una crítica y una
metáfora del sistema tan feroz en el que vivimos que obliga a millones de
personas a desplazarse de sus lugares de origen con la esperanza de encontrar
un lugar mejor, con oportunidades y futuro y para todo ello, hacen lo
impensable.
Lo que realmente me llamó la
atención fue que se trataba de una película francesa, donde la población
inmigrada no nacionalizada representa el 5.9% en la actualidad (epp.eurostat.ec.europa.eu/statistics_explained),
pero es un país donde las olas migratorias viene dándose desde hace décadas.
Gracias a la influencia de la metrópoli en las antiguas colonias y que a día de
hoy, hay muchos hijos de inmigrantes de segunda y tercera generación que viven
y tienen la nacionalidad de un país que no les reconoce como franceses. Sólo
hace falta ver el control de la inmigración que desde los gobiernos liberales
franceses se lleva aplicando desde hace años (rebelion.org/noticia.php?id=151191)
y que ya en 2005 estalló con los disturbios en las llamadas “banlieue”,
suburbios de las capitales francesas donde se encuentra la mayor concentración
de esta población francesa hijos e hijas de inmigrantes que durante décadas no
ha sido integrada en la sociedad. Además, en la película podemos ver no sólo la
parte social del mal llamado “problema” de la inmigración, sino que vemos un
claro ejemplo de la metáfora Norte-Sur cuando el muchacho se cuela en un IMOCA.
Un proyecto millonario, sólo apto para navegantes con un gran palmarés,
recursos económicos elevados o contactos que les permiten llevar a cabo una
regata como ésta. Es por lo menos curioso, que la manera de llegar a Francia,
sea en una Clase no apta para todos
los públicos.
Al final, el mundo económico,
político y social siempre están ligados y esto ha sido lo que he intentado analizar
a través de algo que me apasiona: la vela oceánica. Los amantes de este deporte
sabemos que hay una frontera y que por poco que nos guste, siempre va a estar
allí: Don Dinero.
Let's Go Sailing!
Pol Quintana i Aguilera para Sailing Roots
Hola Pol, desearte mucho éxito en esta nueva aventura de Sailing Roots.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Muchas gracias Pablo. A ver a donde nos lleva.. Un abrazo
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