El otro día tuve la gran suerte
de poder ir a visitar el mítico IMOCA con el que Ellen MacArthur hizo historia.
El Kingfisher es una embarcación del año 2000, diseñada por Owen Clarke Design
y que ya cuenta en sus espaldas 4 vueltas al mundo acabadas y una más en la que
Nick Moloney tuvo que abandonar. Eso supone, que solo en estas 4 aventuras, ha
recorrido 86.400 millas y si contamos todas las demás, puede que no estemos acercando
a las 130.000 millas. No me puedo imaginar lo que podría llegar a contar este
barco si hablase. La verdad es que cuando entras dentro y lo haces siendo
consciente de la historia que tiene, se te ponen los pelos de punta. Se me
dibujó una sonrisa solo poder imaginar lo que sería dar una “vuelta” en él.
Pero el camino del Kingfisher no
se acaba. Ahora mismo está casi listo para poder ofrecer el máximo de sus
posibilidades para volver a participar en la Vendeé Globe, regata que en 7
meses, volverá a ponernos a tope a todos aquellos a los que nos apasionan las
regatas oceánicas. Y en este caso, LA regata oceánica en solitario por excelencia,
contará con un participante catalán, Didac Costa.
En un proyecto de estas
magnitudes, el lenguaje es muy importante ya que hay que ser siempre positivos
y dar ánimos al skipper y a todo su equipo ya que participar en la VendeéGlobe, no es cosa fácil. Al final, es una cuestión de dinero, sí. No es que el
equipo no esté preparado, no es que el barco no pueda hacerlo, no es que tengan
miedo, simplemente se trata de una cuestión de ingeniería económica. Hay que
buscar más de un patrocinador y si encontrar uno ya es difícil, imaginaos lo
que ocurre cuando necesitas cuadrar la participación de varias empresas y hacer
que la aportación económica de cada una, encaje en la distribución de la
visibilidad en el barco. Parece fácil pensar cuando vemos a un monstruo de 60
pies repleto de vinilos que simplemente cada una de las empresas ha pagado y
listo, pero la verdad es que el tamaño, en este caso, si que importa. Cada uno
de los vinilos que “decoran” estos barcos, está pensado y colocado en un punto
estratégico en función de la aportación económica de cada una de las empresas.
Tarea fácil, ¿no? Pues en estas se encuentra Dídac y su director de proyecto
Jordi Griso.
Pero ahora hay que centrarse y lo
que tiene que conseguir Didac es la plaza definitiva para participar en la
Vendeé, ya que ahora mismo, solo se encuentra preinscrito. Necesitas acabar las
1.500 millas en solitario que pide la organización de la regata para poder
tener el pasaporte hacia la línea de salida. Y en esas está.
La verdad es que es muy
emocionante poder apoyar aunque sea con un granito de arena en un proyecto tan
bonito, interesante, apasionante y arriesgado, ya que para un mero aficionado a
la vela oceánica, poder compartir un rato con alguien que se ha decidido a
emprender un viaje de estas características, es increíble.
Desde Sailing Roots, queremos dar
nuestro soporte a esta aventura y por eso podéis ir siguiéndonos en Facebook e Instagram, donde vamos a ir publicando artículos e imágenes de este navegante
oceánico. Queremos que Dídac llegue a la línea de salida y queremos que llegue
con el mayor soporte. Para eso estamos.
Bon vent Dídac.