Cuando llevas un tiempo en dique seco, el
reencuentro con la navegación es una mezcla de sensaciones, que van desde el
placer al sufrimiento, desde el descubrimiento al recuerdo, en la que te haces una pregunta ¿Por qué no he
hecho esto antes?
Reencuentro: Viento de cara, piso fuerte la arena y arrastro la embarcación
al agua; me subo aguantando la respiración guardando equilibrio para intentar
no volcar y evitar miradas de… “este principiante”, mis músculos se empiezan a
tensar y respiro profundo, mirada al horizonte y sonrisa de oreja a oreja
mientras mis oídos se deleitan con ruido del mar contra el casco.
Sufrimiento: Llevo navegando media hora sin parar y los músculos de los
brazos empiezan a dar señales de fatiga (madre mía estoy en baja forma), al
alejarme cada vez más de la bahía noto como me cuesta mantener el ritmo y
avanzar. Intento disfrutar del paisaje pero me desconcentro, creo que me
merezco un descanso, quiero cumplir mi objetivo de llegar hasta la punta de la
costa que se divisaba desde la playa, pero cada vez me cuesta más remontar el
viento.
Placer: Busco refugio en una cala rocosa, que tiene como paredes un
acantilado que me asombra, resguardo del viento y momento de paz. Me fijo en
estas paredes y parecen una fotografía de un libro de geología, se ven las
diferentes capas de minerales y sedimentos, retorcidos por el paso del tiempo.
Prosigo mi ruta, quería hacer una
travesía de dos horas, llevo más de la mitad del recorrido y en una de mis
manos me ha salido la primera roncha, escuece por la salitre, más cansado
pienso en que tampoco me tengo que machacar navegando contra el viento en mi
primer día.
Descubrimiento: Otra cala rocosa, pienso en hacer otro descanso en la ruta, en
esta hay una cueva en la cual me adentro con cuidado. El sonido de del agua
penetrando hasta el final de la cueva es como el estruendo de un rayo en una
noche de tormenta, son unos minutos mágicos ¿Qué tienen las cuevas de la costa
que son tan inquietantes?
Llego hasta mi objetivo después de dar
los último coletazos de energías, alzo los brazos celebrando mi cabezonería,
comienzo a dejarme llevar por el viento y las olas. En la ruta de regreso a la playa me pregunto: ¿por qué no
he salido antes a navegar? Empiezo a contestar a esta pregunta a la vez remo
tranquilo intentando surfear algunas olas, pero no hay respuesta solo excusas.
¿Y tú hace cuanto que no navegas? No te
hagas preguntas sal y disfruta.
Manu Varela para Sailing Roots.
Me gusta !!!
ResponderEliminar¡Muchas Gracias Pablo! Me alegra mucho que te haya gustado, gracias por seguirnos.
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